31
Entonces Labán le dijo: «¡Ven y quédate con nosotros, hombre bendecido por el Señor
! ¿Por qué estás aquí, fuera de la ciudad, cuando yo tengo un cuarto preparado para ti y un lugar para los camellos?».
32
Entonces el hombre fue con Labán a su casa, y Labán descargó los camellos, y para que se tendieran les proveyó paja, los alimentó, y también trajo agua para que el hombre y los camelleros se lavaran los pies.
33
Luego sirvieron la comida, pero el siervo de Abraham dijo:
—No quiero comer hasta que les haya dicho la razón por la que vine.
—Muy bien —respondió Labán—, dinos.
34
—Yo soy siervo de Abraham —explicó—.
35
Y el Señor
ha bendecido mucho a mi amo; y él se ha enriquecido. El Señor
le ha dado rebaños de ovejas y cabras, manadas de ganado, una fortuna en plata y en oro, y muchos siervos y siervas, camellos y burros.
36
»Cuando Sara, la esposa de mi amo, era ya muy anciana, le dio un hijo a mi amo, y mi amo le ha dado a él todo lo que posee.
37
Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No dejes que mi hijo se case con una de esas mujeres cananeas.
38
Sino que vuelve a la casa de mi padre, a mis parientes, y encuentra allí una esposa para mi hijo”.
39
»Pero yo le dije a mi amo: “¿Y si no encuentro una joven que esté dispuesta a regresar conmigo?”.
40
Y él contestó: “El Señor
, en cuya presencia he vivido, enviará a su ángel contigo y hará que tu misión tenga éxito. Es verdad, debes encontrar una esposa para mi hijo entre mis parientes, en la familia de mi padre.
41
Entonces habrás cumplido tu obligación; pero si vas a mis parientes y ellos se niegan a dejarla ir contigo, quedarás libre de mi juramento”.