2
—Toma a tu hijo, tu único hijo —sí, a Isaac, a quien tanto amas— y vete a la tierra de Moriah. Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes, uno que yo te mostraré.
3
A la mañana siguiente, Abraham se levantó temprano. Ensilló su burro y llevó con él a dos de sus siervos, junto con su hijo Isaac. Después cortó leña para el fuego de la ofrenda y salió hacia el lugar que Dios le había indicado.
4
Al tercer día de viaje, Abraham levantó la vista y vio el lugar a la distancia.
5
«Quédense aquí con el burro —dijo Abraham a los siervos—. El muchacho y yo seguiremos un poco más adelante. Allí adoraremos y volveremos enseguida».
6
Entonces Abraham puso la leña para la ofrenda sobre los hombros de Isaac, mientras que él llevó el fuego y el cuchillo. Mientras caminaban juntos,
7
Isaac se dio vuelta y le dijo a Abraham:
—¿Padre?
—Sí, hijo mío —contestó Abraham.
—Tenemos el fuego y la leña —dijo el muchacho—, ¿pero dónde está el cordero para la ofrenda quemada?
8
—Dios proveerá un cordero para la ofrenda quemada, hijo mío —contestó Abraham.
Así que ambos siguieron caminando juntos.
9
Cuando llegaron al lugar indicado por Dios, Abraham construyó un altar y colocó la leña encima. Luego ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
10
Y Abraham tomó el cuchillo para matar a su hijo en sacrificio.
11
En ese momento, el ángel del Señor
lo llamó desde el cielo:
—¡Abraham! ¡Abraham!
—Sí —respondió Abraham—, ¡aquí estoy!
12
—¡No pongas tu mano sobre el muchacho! —dijo el ángel—. No le hagas ningún daño, porque ahora sé que de verdad temes a Dios. No me has negado ni siquiera a tu hijo, tu único hijo.