14
El tercero, llamado Tigris, corría al oriente de la tierra de Asiria. El cuarto se llama Éufrates.
15
El Señor
Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que se ocupara de él y lo custodiara;
16
pero el Señor
Dios le advirtió: «Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto,
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excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás».
18
Después, el Señor
Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Haré una ayuda ideal para él».
19
Entonces el Señor
Dios formó de la tierra todos los animales salvajes y todas las aves del cielo. Los puso frente al hombre
para ver cómo los llamaría, y el hombre escogió un nombre para cada uno de ellos.
20
Puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales salvajes; pero aún no había una ayuda ideal para él.
21
Entonces el Señor
Dios hizo que el hombre cayera en un profundo sueño. Mientras el hombre dormía, el Señor
Dios le sacó una de sus costillas
y cerró la abertura.
22
Entonces el Señor
Dios hizo de la costilla a una mujer, y la presentó al hombre.
23
«¡Al fin! —exclamó el hombre—.
¡Esta es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!
Ella será llamada “mujer”
porque fue tomada del hombre».
24
Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo.