4
Así que cada uno examine su obra, y entonces tendrá gloria sólo respecto de sí mismo, y no en otro.
5
Porque cada cual llevará su carga.
6
Y el que es enseñado en la palabra, comunique en todo lo bueno al que lo instruye.
7
No os engañéis, Dios no puede ser burlado; porque todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
8
Porque el que siembra en su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra en el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
9
No nos faltemos, pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéremos faltado.
10
Así que, entre tanto que tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
11
Mirad qué larga carta os he escrito de mi mano.
12
Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os constriñen a que os circuncidéis, solamente por no padecer la persecución del madero del Cristo.
13
Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; sino que quieren que vosotros seáis circuncidados, para gloriarse en vuestra carne.
14
Mas lejos esté de mí gloriarme, sino en el madero del Señor nuestro Jesús, el Cristo, por quien el mundo me es muerto a mí, y yo al mundo.