26
Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésta es nuestra madre.
27
Porque escrito está: REGOCIJATE, OH ESTERIL, LA QUE NO CONCIBES; PRORRUMPE Y CLAMA, TU QUE NO TIENES DOLORES DE PARTO, PORQUE MAS SON LOS HIJOS DE LA DESOLADA, QUE DE LA QUE TIENE MARIDO.
28
Y vosotros, hermanos, como Isaac, sois hijos de la promesa.
29
Pero así como entonces el que nació según la carne persiguió al que nació según el Espíritu, así también sucede ahora.
30
Pero, ¿qué dice la Escritura? ECHA FUERA A LA SIERVA Y A SU HIJO, PUES EL HIJO DE LA SIERVA NO SERA HEREDERO CON EL HIJO DE LA LIBRE.
31
Así que, hermanos, no somos hijos de la sierva, sino de la libre.