3
Conserva apenas un poquito del cabello y átalo en tu túnica.
4
Luego toma algunos de esos cabellos y arrójalos al fuego para que se consuman. De ese remanente se esparcirá un fuego que destruirá a todo Israel.
5
»El Señor
Soberano dice: esto es una ilustración de lo que le ocurrirá a Jerusalén. Yo la puse en el centro de las naciones,
6
pero ella se rebeló contra mis ordenanzas y decretos, y resultó ser aún más perversa que las naciones vecinas. Se ha negado a obedecer las ordenanzas y los decretos que le di para que siguiera.
7
»Por lo tanto, esto dice el Señor
Soberano al pueblo: te has comportado peor que tus vecinos y te has negado a obedecer mis decretos y ordenanzas. Ni siquiera has vivido a la altura de las naciones que te rodean.
8
Por lo tanto, ahora, yo mismo, el Señor
Soberano, soy tu enemigo. Te castigaré en público, a la vista de todas las naciones.
9
A causa de tus ídolos detestables, te castigaré como nunca he castigado a nadie ni volveré a hacerlo jamás.
10
Los padres se comerán a sus propios hijos y los hijos se comerán a sus padres. Te castigaré, y esparciré a los pocos que sobrevivan a los cuatro vientos.
11
»Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor
Soberano, te eliminaré por completo. No te tendré ninguna lástima porque has contaminado mi templo con tus imágenes repugnantes y tus pecados detestables.
12
Una tercera parte del pueblo morirá de hambre y de enfermedades en la ciudad. Otra tercera parte será masacrada por el enemigo fuera de las murallas de la ciudad. A la otra tercera parte la dispersaré a los cuatro vientos y la perseguiré con mi espada.
13
Entonces por fin mi enojo se habrá desahogado y quedaré satisfecho. Cuando se haya calmado mi furia contra ellos, todo Israel sabrá que yo, el Señor
, les hablé enojado de celos.