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»”Esto dice el Señor
Soberano: la puerta oriental del atrio interior permanecerá cerrada durante los seis días laborables de cada semana, pero se abrirá los días de descanso y los días de celebración de luna nueva.
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El príncipe entrará a la antesala de la entrada desde afuera. Luego se quedará de pie junto al poste de la puerta de entrada mientras el sacerdote presenta su ofrenda quemada y su ofrenda de paz. Se inclinará en adoración dentro del pasillo de la entrada y luego regresará por donde entró. La puerta no se cerrará hasta el anochecer.
3
La gente común se inclinará y adorará al Señor
delante de esta entrada los días de descanso y los días de celebración de luna nueva.
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»”Cada día de descanso el príncipe presentará al Señor
una ofrenda quemada de seis corderos y un carnero, todos sin defecto.
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Para acompañar al carnero, presentará una ofrenda de grano de una canasta de harina selecta y con cada cordero la cantidad de harina que él decida, y tendrá que ofrecer unos cuatro litros de aceite de oliva
por cada canasta de harina.
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En las celebraciones de luna nueva llevará un becerro, seis corderos y un carnero, todos sin defecto.
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Junto con el becerro presentará una canasta de harina selecta como ofrenda de grano. Junto con el carnero presentará otra canasta de harina y con cada cordero ofrecerá la cantidad de harina que decida. Con cada canasta de harina deberá ofrecer unos cuatro litros de aceite de oliva.
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»”El príncipe tendrá que entrar por la puerta por medio de la antesala y saldrá por el mismo lugar.
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En cambio, durante los festivales religiosos, cuando algunos del pueblo entren por la puerta norte para adorar al Señor
, tendrán que salir por la puerta sur; y los que entraron por la puerta sur deberán salir por la puerta norte. Nunca saldrán por donde entraron, sino que utilizarán siempre la entrada opuesta.
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En esas ocasiones el príncipe entrará y saldrá con el pueblo.
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»”Entonces en las fiestas especiales y los festivales sagrados, la ofrenda de grano consistirá de una canasta de harina selecta con cada becerro, otra canasta de harina con cada carnero y la cantidad de harina que el príncipe decida presentar con cada cordero. Con cada canasta de harina, habrá que entregar unos cuatro litros de aceite de oliva.
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Cuando el príncipe presente al Señor
una ofrenda quemada o una ofrenda de paz voluntaria, se le abrirá la puerta oriental al atrio interior y ofrecerá sus sacrificios como lo hace los días de descanso. Luego saldrá y cerrarán la puerta detrás de él.
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»”Cada mañana sacrificarás, como ofrenda quemada al Señor
, un cordero de un año sin defecto.
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Junto con el cordero, se presentará también al Señor
una ofrenda de grano, que consistirá en unos tres kilos de harina selecta con casi un litro y medio de aceite de oliva
para humedecer la harina selecta. Esta será una ley perpetua para ti.
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El cordero, la ofrenda de grano y el aceite de oliva se entregarán como sacrificio diario, cada mañana, sin excepción.
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»”Esto dice el Señor
Soberano: si el príncipe le regala un terreno a uno de sus hijos como herencia, le pertenecerá al hijo y a sus descendientes para siempre.
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Sin embargo, si el príncipe, de su herencia le obsequia un terreno a uno de sus siervos, el siervo solo podrá conservarlo hasta el año de jubileo, que se celebra cada cincuenta años.
Llegado ese tiempo, se devolverá el terreno al príncipe. En cambio, los regalos que el príncipe les dé a sus hijos, serán permanentes.
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Además, el príncipe nunca podrá quitarle a nadie su tierra por la fuerza. Si le regala propiedades a sus hijos, tendrán que ser de su propia tierra, porque no deseo que ninguno de mi pueblo sea desalojado injustamente de su propiedad”».
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Las cocinas del templo
En mi visión, el hombre me llevó por la entrada que había junto a la puerta y me condujo a las habitaciones sagradas que daban al norte y estaban asignadas a los sacerdotes. Me mostró un lugar en el extremo occidental de esas habitaciones
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y me explicó: «Aquí es donde los sacerdotes cocinarán la carne de las ofrendas por la culpa y de las ofrendas por el pecado, y donde también hornearán el pan hecho con la harina de las ofrendas de grano. Usarán este lugar, a fin de no llevar los sacrificios por el atrio exterior y poner al pueblo en peligro al trasmitirle la santidad».
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Luego me llevó nuevamente al atrio exterior y me condujo a cada una de sus cuatro esquinas. En cada esquina vi un recinto.
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Cada recinto medía veintiún metros con veinte centímetros de largo por quince metros con noventa centímetros de ancho,
y estaba rodeado por muros.
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En el lado interior de esos muros, por todo alrededor, había una saliente de piedra con chimeneas debajo de toda la saliente.