6
»”Ahora bien, esto dice el Señor
Soberano:
¡qué aflicción le espera a Jerusalén,
ciudad de asesinos!
Ella es una olla de cocina
cuya corrupción no puede limpiarse.
Saca los trozos de carne al azar,
porque ningún pedazo es mejor que otro.
7
Pues la sangre de sus homicidios
quedó salpicada en las rocas.
¡Ni siquiera se derramó en el suelo
donde el polvo podría cubrirla!
8
Así que yo salpicaré su sangre en una roca
para que todos vean
una expresión de mi enojo
y mi venganza contra ella.
9
»”Esto dice el Señor
Soberano:
¡Qué aflicción le espera a Jerusalén,
ciudad de asesinos!
Yo mismo amontonaré leña debajo de ella.
10
¡Sí, échale más leña!
Que ardan las llamas para que hierva la olla.
Cocina la carne con muchas especias
y después quema los huesos.
11
Luego deja la olla vacía sobre los carbones encendidos.
¡Que se caliente al rojo vivo!
Que se quemen la inmundicia y la corrupción.
12
Pero es un caso perdido;
la corrupción no puede limpiarse.
Así que échala al fuego.
13
Tu impureza es tu lascivia
y la corrupción fruto de tu idolatría.
Yo traté de limpiarte,
pero tú te negaste.
Ahora quedarás en tu inmundicia
hasta que sacie mi furia contra ti”.
14
»¡Yo, el Señor
, he hablado! Ha llegado la hora y no me contendré. No cambiaré de parecer ni tendré compasión de ti. Serás juzgada por tus acciones perversas, dice el Señor
Soberano».
15
Muerte de la esposa de Ezequiel
Luego recibí este mensaje del Señor
:
16
«Hijo de hombre, de un solo golpe te quitaré tu tesoro más querido; sin embargo, no debes expresar ningún dolor ante su muerte. No llores; que no haya lágrimas.