18
«Hijo de hombre, los israelitas son la escoria inservible que queda después de fundir la plata. Son los desechos que sobran: una mezcla inútil de cobre, estaño, hierro y plomo.
19
Entonces diles: “Esto dice el Señor
Soberano: ‘Dado que todos son escoria inservible, los traeré a mi crisol en Jerusalén.
20
Así como en un horno se funde cobre, hierro, plomo y estaño, los fundiré a ustedes con el calor de mi furia.
21
Los reuniré y los soplaré con el fuego de mi enojo,
22
y se fundirán como la plata en el intenso calor. Entonces sabrán que yo, el Señor
, he derramado mi furia sobre ustedes’”».
23
Pecados de los líderes de Israel
Nuevamente recibí un mensaje del Señor
:
24
«Hijo de hombre, dale este mensaje al pueblo de Israel: “En el día de mi indignación, serás como tierra contaminada, una tierra sin lluvia.
25
Tus príncipes
traman conspiraciones tal como los leones que acechan su presa. Devoran a los inocentes apoderándose de sus tesoros y quitándoles su riqueza mediante la extorsión; y dejan viudas a muchas mujeres del país.
26
Tus sacerdotes desobedecieron mis enseñanzas y profanaron mis objetos santos. No hacen ninguna diferencia entre lo que es santo y lo que no es, tampoco enseñan a mi pueblo la diferencia entre lo que es ceremonialmente puro o impuro. Desprecian mis días de descanso, de modo que soy deshonrado entre ellos.
27
Tus líderes son como lobos que despedazan a sus víctimas. ¡En realidad destruyen vidas a cambio de dinero!
28
Y tus profetas los encubren dando falsas visiones y predicciones mentirosas. Dicen: ‘Mi mensaje proviene del Señor
Soberano’, cuando en realidad el Señor
no les ha dicho ni una sola palabra.
29
Hasta la gente común oprime a los pobres, les roba a los necesitados y priva de justicia a los extranjeros.
30
»”Busqué a alguien que pudiera reconstruir la muralla de justicia que resguarda al país. Busqué a alguien que se pusiera en la brecha de la muralla para que yo no tuviera que destruirlos, pero no encontré a nadie.
31
Por eso ahora derramaré mi furia sobre ellos y los consumiré con el fuego de mi enojo. Haré recaer sobre su cabeza todo el castigo por cada uno de sus pecados. ¡Yo, el Señor
Soberano, he hablado!”».