2
«Hijo de hombre, ponte de cara a Jerusalén y profetiza contra Israel y sus santuarios.
3
Dile: “Esto dice el Señor
: ‘Oh Israel, yo soy tu enemigo y voy a desenvainar mi espada para destruir a tu gente, a justos y a perversos por igual.
4
Así es, ¡eliminaré tanto a los justos como a los perversos! Sacaré mi espada contra todos los que estén en la tierra, desde el sur hasta el norte.
5
El mundo entero sabrá que yo soy el Señor
. Tengo la espada en la mano, y no la devolveré a su vaina hasta que haya terminado su trabajo’”.
6
»¡Hijo de hombre, gime delante del pueblo! Gime ante ellos con amarga angustia y el corazón destrozado.
7
Cuando te pregunten por qué gimes, diles: “Gimo por la aterradora noticia que oí. Cuando se haga realidad, el corazón más valiente se derretirá de miedo; toda fuerza se desvanecerá. Todo espíritu decaerá; las rodillas fuertes se debilitarán como el agua. Y el Señor
Soberano dice: ‘¡Está por llegar! ¡Ya está en camino!’”».
8
Entonces el Señor
me dijo:
9
«Hijo de hombre, da al pueblo el siguiente mensaje de parte del Señor
:
»“Una espada, una espada
está siendo afilada y pulida.
10
¡Está siendo afilada para una masacre espantosa
y pulida para destellar como un rayo!
¿Ahora te reirás?
¡Los más fuertes que tú han caído bajo su poder!
11
Sí, ahora mismo la espada está siendo afilada y pulida;
se prepara para el verdugo.
12
»”Hijo de hombre, grita y laméntate;
golpéate los muslos con angustia,
porque esa espada masacrará a mi pueblo y a sus líderes,
¡todos morirán!