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Ester contestó:
—Si al rey le agrada, que a los judíos de Susa se les dé permiso para hacer mañana lo que hicieron hoy, y que los cuerpos de los diez hijos de Amán sean atravesados en un poste.
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El rey estuvo de acuerdo, y el decreto se hizo público en Susa. Atravesaron los cuerpos de los diez hijos de Amán.
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Luego, el 8 de marzo,
los judíos de Susa se reunieron y mataron a trescientos hombres más, y otra vez tampoco se quedaron con ninguna de sus pertenencias.
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Mientras tanto, los demás judíos en todas las provincias del rey se reunieron para defender su vida. Quedaron aliviados de todos sus enemigos, al matar a setenta y cinco mil de los que los odiaban; pero no se quedaron con ninguna de sus pertenencias.
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Eso ocurrió en todas las provincias el 7 de marzo, y el día 8
descansaron para celebrar su victoria con un día de fiesta y alegría.
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(Los judíos de Susa mataron a sus enemigos el día 7 de marzo, continuaron el 8, y luego el día 9
descansaron y lo designaron su día de fiesta y alegría).
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De manera que, hasta el día de hoy, los judíos del campo que viven en aldeas remotas celebran un día feriado anualmente en el día señalado a fines del invierno,
en el cual se alegran y se mandan regalos de comida unos a otros.
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El Festival de Purim
Mardoqueo registró esos acontecimientos y envió cartas a los judíos que vivían cerca y lejos, en todas las provincias del rey Jerjes,
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para motivarlos a celebrar cada año un festival durante esos dos días.
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Les dijo que debían celebrar esos días con alegría y festejos, obsequiándose porciones de comida unos a otros y haciendo regalos a los pobres. Ese festival conmemoraría el tiempo en que los judíos quedaron aliviados de sus enemigos, cuando su dolor se convirtió en alegría y su duelo en gozo.
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Así que los judíos aceptaron la propuesta de Mardoqueo y adoptaron esa costumbre anual.