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El plan de Amán para matar a Mardoqueo
¡Amán salió muy contento del banquete! Sin embargo, cuando vio a Mardoqueo sentado a la puerta del palacio y que no se puso de pie ni tembló de miedo ante su presencia, se enfureció mucho.
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No obstante, se contuvo y se fue a su casa.
Luego Amán reunió a sus amigos y a Zeres, su esposa,
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y se jactó ante ellos de su gran riqueza y sus muchos hijos. Hizo alarde de los honores que el rey le había dado y de la forma en que lo había ascendido por encima de todos los otros nobles y funcionarios.
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Amán también añadió: «¡Y eso no es todo! La reina Ester nos invitó exclusivamente al rey y a mí a un banquete que preparó para nosotros. ¡Y me invitó a cenar mañana nuevamente con ella y con el rey!
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Sin embargo, todo eso no vale nada mientras vea al judío Mardoqueo sentado allí, a la puerta del palacio».
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Entonces Zeres, la esposa de Amán, y todos sus amigos sugirieron: «Levanta un poste afilado que mida veintidós metros y medio de altura
y, mañana por la mañana, pídele al rey que atraviese a Mardoqueo en el poste. Después de eso, podrás seguir alegremente tu camino al banquete con el rey». A Amán le gustó la idea, y ordenó que colocaran el poste.