2
Cuando vio a la reina Ester de pie en el patio interior, ella logró el favor del rey y él le extendió el cetro de oro. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro.
3
Entonces el rey le preguntó:
—¿Qué deseas, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Te la daré, aun si fuera la mitad del reino!
4
Y Ester contestó:
—Si al rey le agrada, venga el rey con Amán hoy al banquete que preparé para el rey.
5
El rey se dirigió a sus asistentes y dijo: «Díganle a Amán que venga de prisa a un banquete, como lo ha solicitado Ester». Así que el rey y Amán fueron al banquete preparado por Ester.
6
Mientras bebían vino, el rey le dijo a Ester:
—Ahora dime lo que realmente quieres. ¿Cuál es tu petición? ¡Te la daré, aun si fuera la mitad del reino!
7
Ester contestó:
—Mi petición y mi más profundo deseo es que,
8
si he logrado el favor del rey y si al rey le agrada conceder mi petición y hacer lo que le pido, le ruego que venga mañana con Amán al banquete que prepararé para ustedes. Entonces explicaré de qué se trata todo este asunto.
9
El plan de Amán para matar a Mardoqueo
¡Amán salió muy contento del banquete! Sin embargo, cuando vio a Mardoqueo sentado a la puerta del palacio y que no se puso de pie ni tembló de miedo ante su presencia, se enfureció mucho.
10
No obstante, se contuvo y se fue a su casa.
Luego Amán reunió a sus amigos y a Zeres, su esposa,
11
y se jactó ante ellos de su gran riqueza y sus muchos hijos. Hizo alarde de los honores que el rey le había dado y de la forma en que lo había ascendido por encima de todos los otros nobles y funcionarios.
12
Amán también añadió: «¡Y eso no es todo! La reina Ester nos invitó exclusivamente al rey y a mí a un banquete que preparó para nosotros. ¡Y me invitó a cenar mañana nuevamente con ella y con el rey!
13
Sin embargo, todo eso no vale nada mientras vea al judío Mardoqueo sentado allí, a la puerta del palacio».
14
Entonces Zeres, la esposa de Amán, y todos sus amigos sugirieron: «Levanta un poste afilado que mida veintidós metros y medio de altura
y, mañana por la mañana, pídele al rey que atraviese a Mardoqueo en el poste. Después de eso, podrás seguir alegremente tu camino al banquete con el rey». A Amán le gustó la idea, y ordenó que colocaran el poste.