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Esdras llega a Jerusalén
Muchos años después, durante el reinado de Artajerjes, rey de Persia,
hubo un hombre llamado Esdras. Era hijo
de Seraías, hijo de Azarías, hijo de Hilcías,
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hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de Ahitob,
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hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo
de Meraiot,
4
hijo de Zeraías, hijo de Uzi, hijo de Buqui,
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hijo de Abisúa, hijo de Finees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, el sumo sacerdote.
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Este Esdras era un escriba muy instruido en la ley de Moisés, la cual el Señor
, Dios de Israel, había dado al pueblo de Israel. Él subió de Babilonia a Jerusalén, y el rey le dio todo lo que pidió, porque la bondadosa mano del Señor
su Dios estaba sobre él.
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Algunos del pueblo de Israel junto con varios sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes del templo viajaron con él en el séptimo año del reinado de Artajerjes.
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Esdras llegó a Jerusalén en agosto
de ese año.
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Había hecho arreglos para partir de Babilonia el 8 de abril, el primer día del nuevo año,
y llegó a Jerusalén el 4 de agosto,
pues la bondadosa mano de su Dios estaba sobre él.
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Así fue porque Esdras había decidido estudiar y obedecer la ley del Señor
y enseñar sus decretos y ordenanzas al pueblo de Israel.
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Carta de Artajerjes a Esdras
La siguiente es una copia de la carta que el rey Artajerjes le dio a Esdras, el sacerdote y escriba que estudiaba y enseñaba los mandatos y decretos del Señor
a Israel:
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«De Artajerjes, rey de reyes, al sacerdote Esdras, maestro de la ley del Dios del cielo: ¡saludos!
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»Yo decreto que cualquier israelita de mi reino, incluidos los sacerdotes y levitas, puede ofrecerse como voluntario para regresar contigo a Jerusalén.
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Por la presente, yo y mis siete consejeros te ordenamos que averigües la situación en que están Judá y Jerusalén, basado en la ley de tu Dios, la cual está en tus manos.
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También te encargamos que lleves contigo plata y oro, los cuales presentamos como una ofrenda voluntaria al Dios de Israel, quien vive en Jerusalén.
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»Además, llevarás toda la plata y el oro que obtengas de la provincia de Babilonia, como también las ofrendas voluntarias que el pueblo y los sacerdotes ofrezcan para el templo de su Dios en Jerusalén.