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Y estos fueron los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Addán e Imer, aunque no pudieron demostrar si sus casas paternas o su descendencia eran de Israel:
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los hijos de Delaía, los hijos de Tobías, los hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos;
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y de los hijos de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos, los hijos de Barzilai, que había tomado por mujer a una de las hijas de Barzilai galaadita, con cuyo nombre fue llamado.
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Estos buscaron en su registro de genealogías, pero no se hallaron, y fueron considerados inmundos y excluidos del sacerdocio.
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Y el gobernador les dijo que no comieran de las cosas santísimas hasta que un sacerdote se levantara con Urim y Tumim.
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Toda la asamblea reunida era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta,
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sin contar sus siervos y siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete; y tenían doscientos cantores y cantoras.
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Sus caballos eran setecientos treinta y seis; sus mulos, doscientos cuarenta y cinco;
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sus camellos, cuatrocientos treinta y cinco; sus asnos, seis mil setecientos veinte.
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Y algunos de los jefes de casas paternas, cuando llegaron a la casa del SEÑOR que está en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias en la casa de Dios para reedificarla sobre sus mismos cimientos.
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Según sus medios dieron al tesoro para la obra sesenta y un mil dracmas de oro, cinco mil minas de plata y cien túnicas sacerdotales.