9
Pues esa luz que está dentro de ustedes produce solo cosas buenas, rectas y verdaderas.
10
Averigüen bien lo que agrada al Señor.
11
No participen en las obras inútiles de la maldad y la oscuridad; al contrario, sáquenlas a la luz.
12
Es vergonzoso siquiera hablar de las cosas que la gente malvada hace en secreto.
13
No obstante, sus malas intenciones se descubrirán cuando la luz las ilumine,
14
porque la luz hace todo visible. Por eso se dice:
«Despiértate tú que duermes,
levántate de los muertos,
y Cristo te dará luz».
15
Vivir por el poder del Espíritu
Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios.
16
Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos.
17
No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan.
18
No se emborrachen con vino, porque eso les arruinará la vida. En cambio, sean llenos del Espíritu Santo
19
cantando salmos e himnos y canciones espirituales entre ustedes, y haciendo música al Señor en el corazón.
20
Y den gracias por todo a Dios el Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
21
Relaciones guiadas por el Espíritu: el matrimonio
Es más, sométanse unos a otros por reverencia a Cristo.
22
Para las esposas, eso significa: sométase cada una a su marido como al Señor,
23
porque el marido es la cabeza de su esposa como Cristo es cabeza de la iglesia. Él es el Salvador de su cuerpo, que es la iglesia.
24
Así como la iglesia se somete a Cristo, de igual manera la esposa debe someterse en todo a su marido.
25
Para los maridos, eso significa: ame cada uno a su esposa tal como Cristo amó a la iglesia. Él entregó su vida por ella
26
a fin de hacerla santa y limpia al lavarla mediante la purificación de la palabra de Dios.
27
Lo hizo para presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni ningún otro defecto. Será, en cambio, santa e intachable.
28
De la misma manera, el marido debe amar a su esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa en realidad demuestra que se ama a sí mismo.
29
Nadie odia su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida tal como Cristo lo hace por la iglesia.
30
Y nosotros somos miembros de su cuerpo.
31
Como dicen las Escrituras: «El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo»
.
32
Eso es un gran misterio, pero ilustra la manera en que Cristo y la iglesia son uno.
33
Por eso les repito: cada hombre debe amar a su esposa como se ama a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.