11
»No hagas mal uso del nombre del Señor
tu Dios. El Señor
no te dejará sin castigo si usas mal su nombre.
12
»Guarda el día de descanso
al mantenerlo santo, tal como te lo ordenó el Señor
tu Dios.
13
Tienes seis días en la semana para hacer tu trabajo habitual,
14
pero el séptimo día es de descanso y está dedicado al Señor
tu Dios. Ese día, ningún miembro de tu casa hará trabajo alguno. Esto se refiere a ti, a tus hijos e hijas, tus siervos y siervas, tus bueyes, burros y demás animales, y también incluye a los extranjeros que vivan entre ustedes. Todos tus criados y criadas deberán descansar igual que tú.
15
Recuerda que tú también fuiste esclavo en Egipto y que el Señor
tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo poderoso. Por esa razón, el Señor
tu Dios te ordenó descansar el séptimo día.
16
»Honra a tu padre y a tu madre tal como el Señor
tu Dios te lo ordenó. Entonces tendrás una vida larga y plena en la tierra que el Señor
tu Dios te da.
17
»No cometas asesinato.
18
»No cometas adulterio.
19
»No robes.
20
»No des falso testimonio contra tu prójimo.
21
»No codicies la esposa de tu prójimo. Tampoco codicies la casa de tu prójimo ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su burro, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.
22
»El Señor
les digirió esas palabras a todos ustedes cuando estaban reunidos al pie del monte. Habló con voz fuerte desde en medio del fuego, envuelto en nubes y una densa oscuridad. Eso fue todo lo que dijo en ese momento y escribió sus palabras en dos tablas de piedra y me las dio.
23
»Sin embargo, cuando ustedes escucharon la voz que salía de en medio de la oscuridad mientras el monte ardía en llamas, todos los ancianos y los jefes de las tribus se acercaron
24
y me dijeron: “Mira, el Señor
nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz salir de en medio del fuego. Hoy comprobamos que Dios puede hablar con los seres humanos, ¡pero aun así seguimos con vida!
25
Sin embargo, ¿para qué arriesgarnos otra vez a morir? Si el Señor
nuestro Dios vuelve a hablarnos, seguramente moriremos y seremos consumidos por ese imponente fuego.
26
¿Puede algún ser vivo oír la voz del Dios viviente que sale de en medio del fuego —como la oímos nosotros— y seguir con vida?
27
Ve tú y escucha lo que dice el Señor
nuestro Dios. Luego ven a contarnos todo lo que él te diga, y nosotros escucharemos y obedeceremos”.
28
»El Señor
oyó la petición que me hicieron y dijo: “He oído todo lo que los israelitas te dijeron, y tienen razón.
29
¡Oh, si siempre tuvieran un corazón así, si estuvieran dispuestos a temerme y a obedecer todos mis mandatos! Entonces siempre les iría bien a ellos y a sus descendientes.
30
Ve y diles: ‘Regresen a sus carpas’.
31
Pero tú quédate aquí conmigo, para que te dé todos mis mandatos, decretos y ordenanzas. Enséñaselos al pueblo, para que los obedezcan en la tierra que les doy como posesión”».