8
¿Y qué gran nación tiene decretos y ordenanzas tan justas e imparciales como este conjunto de leyes que te entrego hoy?
9
»¡Pero cuidado! Asegúrate de nunca olvidar lo que viste con tus propios ojos. ¡No dejes que esas experiencias se te borren de la mente mientras vivas! Y asegúrate de trasmitirlas a tus hijos y a tus nietos.
10
Jamás te olvides del día que estuviste ante el Señor
tu Dios en el monte Sinaí,
donde él me dijo: “Convoca al pueblo para que se presente ante mí, y yo mismo lo instruiré. Entonces ellos aprenderán a temerme toda su vida y les enseñarán a sus hijos que también me teman”.
11
»Ustedes se acercaron y se pararon al pie del monte mientras las llamas de fuego se elevaban hacia el cielo. El monte estaba envuelto en nubes negras y en una densa oscuridad.
12
Entonces el Señor
les habló desde en medio del fuego. Ustedes oyeron el sonido de sus palabras pero no vieron ninguna figura; solo había una voz.
13
Él proclamó su pacto, los diez mandamientos,
los cuales escribió en dos tablas de piedra y les ordenó que los cumplieran.
14
Fue en esa ocasión que el Señor
me ordenó que les enseñara sus decretos y ordenanzas, para que ustedes los obedecieran en la tierra donde están a punto de entrar y que van a poseer.
15
Advertencia contra la idolatría
»¡Pero tengan mucho cuidado! Ustedes no vieron una figura del Señor
el día que les habló desde en medio del fuego, en el monte Sinaí.
16
Así que no se corrompan haciendo ídolos de ninguna clase, sea con figura de hombre o de mujer,
17
de animales de la tierra o de aves del cielo,
18
de animales pequeños que corren por el suelo o de peces de las profundidades del mar.