25
Cuando hubiereis engendrado hijos y nietos, y hubiereis envejecido en la tierra, y os corrompiereis, e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis mal en ojos del SEÑOR vuestro Dios, para enojarlo;
26
yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que presto pereceréis totalmente de la tierra a la cual pasáis el Jordán para heredarla; no estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos.
27
Y el SEÑOR os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos hombres en número entre los gentiles a las cuales os llevará el SEÑOR.
28
Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, a madera y a piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen.
29
Mas si desde allí buscares al SEÑOR tu Dios, lo hallarás; si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.
30
Cuando estuviereis en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres al SEÑOR tu Dios, y oyeres su voz;
31
porque Dios misericordioso es el SEÑOR tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto de tus padres que les juró.
32
Pregunta, pues, ahora de los tiempos pasados, que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, y desde un extremo del cielo al otro, si se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella.
33
¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, que hablase de en medio del fuego, como tú la has oído, y vivido?
34
¿O ha Dios probado a venir a tomar para sí nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros, y con guerra, y mano fuerte, y brazo extendido, y grandes espantos, según todas las cosas que hizo con vosotros el SEÑOR vuestro Dios en Egipto ante tus ojos?
35
A ti te fue mostrado, para que supieses que el SEÑOR es Dios; no hay nadie más fuera de él.
36
De los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego.
37
Y por cuanto él amó a tus padres, escogió su simiente después de ellos, y te sacó delante de sí de Egipto con su gran poder;
38
para echar de delante de ti gentiles grandes y más fuertes que tú, y para introducirte, y darte su tierra por heredad, como parece hoy.
39
Aprende pues, hoy, y reduce a tu corazón que el SEÑOR es el único Dios arriba en el cielo, y abajo sobre la tierra; no hay otro.
40
Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, que yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y tengas muchos días sobre la tierra que el SEÑOR tu Dios te da para siempre.
41
Entonces apartó Moisés tres ciudades de este lado del Jordán al nacimiento del sol,
42
para que huyese allí el homicida que matase a su prójimo por yerro, sin haber tenido enemistad con él desde ayer ni desde anteayer; y que huyendo a una de estas ciudades viviese:
43
A Beser en el desierto, en tierra de la llanura, de los rubenitas; y a Ramot en Galaad, de los gaditas; y a Golán en Basán, de los de Manasés.
44
Esta, pues, es la ley que Moisés propuso delante de los hijos de Israel.
45
Estos son los testimonios, y los estatutos, y los derechos, que Moisés dijo a los hijos de Israel, cuando hubieron salido de Egipto;
46
de este lado del Jordán, en el valle delante de Bet-peor, en la tierra de Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón, al cual hirió Moisés y los hijos de Israel, cuando hubieron salido de Egipto;
47
y poseyeron su tierra, y la tierra de Og rey de Basán; dos reyes de los amorreos que estaban a este lado del Jordán, al nacimiento del sol.
48
Desde Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de Arnón, hasta el monte de Sión, que es Hermón;
49
y toda la llanura de este lado del Jordán, al oriente, hasta el mar del llano, las vertientes de las aguas abajo del Pisga.