10
Lo encontró en tierra desierta, en la horrenda soledad de un desierto; lo rodeó, cuidó de él, lo guardó como a la niña de sus ojos.
11
Como un águila que despierta su nidada, que revolotea sobre sus polluelos, extendió sus alas y los tomó, los llevó sobre su plumaje.
12
El SEÑOR solo lo guió, y con él no hubo dios extranjero.
13
Lo hizo cabalgar sobre las alturas de la tierra, y comió el producto del campo; le hizo gustar miel de la peña, y aceite del pedernal,
14
cuajada de vacas y leche de ovejas, con grosura de corderos, y carneros de raza de Basán y machos cabríos, con lo mejor del trigo; y de la sangre de uvas bebiste vino.
15
Pero Jesurún engordó y dio coces (has engordado, estás cebado y rollizo); entonces abandonó a Dios que lo hizo, y menospreció a la Roca de su salvación.
16
Le provocaron a celos con dioses extraños, con abominaciones le provocaron a ira.
17
Ofrecieron sacrificios a demonios, no a Dios, a dioses que no habían conocido, dioses nuevos que vinieron recientemente, a los que vuestros padres no temieron.
18
Despreciaste la Roca que te engendró, y olvidaste al Dios que te dio a luz.
19
Y el SEÑOR vio esto, y se llenó de ira a causa de la provocación de sus hijos y de sus hijas.
20
Entonces El dijo: "Esconderé de ellos mi rostro, veré cuál será su fin; porque son una generación perversa, hijos en los cuales no hay fidelidad.