5
Todas éstas eran ciudades fortificadas con altas murallas, puertas y barras, aparte de muchos otros pueblos sin murallas.
6
Las destruimos totalmente, como hicimos con Sehón, rey de Hesbón, exterminando a todos los hombres, mujeres y niños de cada ciudad;
7
pero tomamos como nuestro botín todos los animales y los despojos de las ciudades.
8
Así tomamos entonces la tierra de mano de los dos reyes de los amorreos que estaban del otro lado del Jordán, desde el valle del Arnón hasta el monte Hermón
9
(los sidonios llaman a Hermón, Sirión, y los amorreos lo llaman Senir):
10
todas las ciudades de la meseta, todo Galaad y todo Basán, hasta Salca y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán.
11
(Porque sólo Og, rey de Basán, quedaba de los gigantes. Su cama era una cama de hierro; está en Rabá de los hijos de Amón. Tenía nueve codos de largo y cuatro codos de ancho, según el codo de un hombre.)
12
Tomamos posesión, pues, de esta tierra en aquel tiempo. Desde Aroer, que está en el valle del Arnón, y la mitad de la región montañosa de Galaad y sus ciudades, se la di a los rubenitas y a los gaditas.
13
Y el resto de Galaad y todo Basán, el reino de Og, toda la región de Argob, se la di a la media tribu de Manasés. (En cuanto a todo Basán, se le llama la tierra de los gigantes.
14
Jair, hijo de Manasés, tomó toda la región de Argob hasta la frontera con Gesur y Maaca, y la llamó, es decir a Basán, según su propio nombre, Havot-jair , como se llama hasta hoy.)
15
Y a Maquir le di Galaad.