2
»Cuando empieces a vivir en las ciudades que el Señor
tu Dios te da, podría suceder que un hombre o una mujer del pueblo haga algo malo a los ojos del Señor
y desobedezca el pacto.
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Por ejemplo, podría ser que sirviera a otros dioses o rindiera culto al sol, a la luna o a alguna estrella —es decir, a las fuerzas del cielo—, lo cual he prohibido terminantemente.
4
Cuando te enteres de algo así, investiga el asunto a fondo. Si resulta cierto que se ha cometido ese acto detestable en Israel,
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entonces llevarás al hombre o la mujer responsable de esa maldad hasta las puertas de la ciudad y lo matarás a pedradas.
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Sin embargo, nunca le quites la vida a nadie por el testimonio de un solo testigo. Siempre tendrá que haber dos o tres testigos.
7
Los testigos deberán arrojar las primeras piedras, y luego se sumará el resto del pueblo. De esa manera, limpiarás la maldad que hay en medio de ti.
8
»Supongamos que a un juez local le llega un caso demasiado difícil de resolver; por ejemplo, si alguien es culpable de asesinato o de homicidio no premeditado, o bien podría ser una demanda complicada o un caso que involucra distintos tipos de agresión. Esos casos legales llévalos al lugar que el Señor
tu Dios elija
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y preséntalos ante los sacerdotes levitas o el juez que esté de turno en esos días. Ellos oirán el caso y declararán el veredicto.
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Tú deberás cumplir el veredicto que ellos anuncien y la sentencia que dicten en el lugar que el Señor
elija. Harás todo lo que ellos digan, al pie de la letra.
11
Después que hayan interpretado la ley y declarado el veredicto, tendrás que ejecutar la sentencia que impongan en su totalidad; no le hagas ninguna modificación.
12
Cualquiera que tenga la arrogancia de rechazar el veredicto de un juez o de un sacerdote que representa al Señor
tu Dios tendrá que morir. De esa manera limpiarás la maldad que hay en Israel.