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el milano, el halcón, ningún tipo de ave carroñera,
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ni cuervos de ninguna clase,
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ni el búho real, ni la lechuza campestre, ni la gaviota, ni gavilanes de ninguna especie;
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tampoco mochuelos ni pequeños ni grandes, ni lechuzas comunes,
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ni lechuzas del desierto, ni el buitre egipcio, ni el cuervo marino,
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ni la cigüeña, ni garzas de ninguna especie, ni la abubilla, ni el murciélago.
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»Todos los insectos con alas que caminan por el suelo son ceremonialmente impuros para ti y no los comerás;
20
pero sí puedes comer de las aves y de los insectos con alas que son ceremonialmente puros.
21
»No comas nada que haya muerto de muerte natural. En todo caso, puedes dárselo a algún extranjero que viva en tu ciudad o vendérselo a un desconocido. Pero tú no lo comas, porque eres un pueblo santo, separado para el Señor
tu Dios.
»No cocines a un cabrito en la leche de su madre.
22
La entrega de los diezmos
»Deberás separar el diezmo de tus cosechas, es decir, la décima parte de todo lo que coseches cada año.
23
Lleva ese diezmo al lugar de adoración designado —el lugar que el Señor
tu Dios elija para que su nombre sea honrado— y cómelo allí, en su presencia. Lo harás así con el diezmo de tus granos, tu vino nuevo, tu aceite de oliva y los machos de las primeras crías de tus rebaños y manadas. Esta práctica te enseñará a temer siempre al Señor
tu Dios.