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»Cuando comiences a vivir en las ciudades que el Señor
tu Dios te da, tal vez oigas
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que hay sinvergüenzas en medio de ti que llevan por mal camino a los habitantes de su ciudad, diciéndoles: “Vamos, rindamos culto a otros dioses”, dioses que hasta entonces tú no conocías.
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En tales casos, analiza los hechos cuidadosamente. Si encuentras que lo que se dice es cierto y en verdad se cometió ese acto tan detestable en medio de ti,
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deberás atacar a esa ciudad y destruir por completo
a todos los habitantes junto con todos los animales.
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Luego deberás amontonar todo el botín en el centro de la plaza pública y quemarlo. Prende fuego a toda la ciudad como una ofrenda quemada al Señor
tu Dios. La ciudad deberá quedar en ruinas para siempre; no se volverá a construir jamás.
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Que nadie guarde nada del botín que fue separado para ser destruido. Entonces el Señor
alejará de ti su enojo feroz y te tratará con misericordia. Tendrá compasión de ti y te convertirá en una nación numerosa, tal como lo juró a tus antepasados.
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»El Señor
tu Dios será compasivo contigo sólo si escuchas su voz y obedeces todos sus mandatos que te entrego hoy, y haces lo que a él le agrada.