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»En aquel tiempo, les di a los jueces las siguientes instrucciones: “Ocúpense de oír todos los casos de sus hermanos israelitas y también los de los extranjeros que viven entre ustedes. Sean totalmente justos en las decisiones que tomen
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e imparciales en sus juicios. Atiendan los casos tanto de los pobres como de los ricos. No se acobarden ante el enojo de nadie, porque la decisión que ustedes tomen será la decisión de Dios. Tráiganme a mí los casos que les resulten demasiado difíciles, y yo me ocuparé de ellos”.
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»En aquel tiempo, les di instrucciones a ustedes acerca de todo lo que tenían que hacer.
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Exploración de la Tierra Prometida
»Entonces, tal como el Señor
nuestro Dios nos ordenó, partimos del monte Sinaí y cruzamos el inmenso y terrible desierto, como seguramente ustedes recuerdan, y nos dirigimos hacia el territorio montañoso de los amorreos. Al llegar a Cades-barnea,
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les dije: “Han llegado al territorio montañoso de los amorreos, el cual el Señor
nuestro Dios nos da.
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¡Miren! El Señor
ha puesto esta tierra delante de ustedes. Vayan y tomen posesión de ella como les dijo el Señor
en su promesa, el Dios de sus antepasados. ¡No tengan miedo ni se desanimen!”.
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»Sin embargo, todos ustedes se acercaron y me dijeron: “Primero enviemos espías a que exploren la tierra por nosotros. Ellos nos aconsejarán cuál es la mejor ruta para tomar y en qué aldeas entrar”.
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»Me pareció una buena idea, así que elegí a doce espías, uno de cada tribu.
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Se dirigieron hacia la zona montañosa, llegaron hasta el valle de Escol y lo exploraron.
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Cortaron algunos frutos y los trajeron; luego nos informaron lo siguiente: “La tierra que el Señor
nuestro Dios nos ha dado es en verdad una muy buena tierra”.
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Rebelión de Israel contra el Señor
»Sin embargo, ustedes se rebelaron contra la orden del Señor
su Dios y se negaron a entrar.
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Se quejaron dentro de sus carpas y dijeron: “Seguro que el Señor
nos odia. Por eso nos trajo desde Egipto, para entregarnos en manos de los amorreos para que nos maten.
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¿Adónde podemos ir? Nuestros hermanos nos desmoralizaron cuando nos dijeron: ‘Los habitantes de esa tierra son más altos que nosotros y son más fuertes, y las ciudades son grandes, ¡con murallas que llegan hasta el cielo! ¡Hasta vimos gigantes, los descendientes de Anac!’”.
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»Pero yo les dije: “¡No se asusten ni les tengan miedo!
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El Señor
su Dios va delante de ustedes. Él peleará por ustedes tal como vieron que hizo en Egipto.
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También vieron cómo el Señor
su Dios los cuidó todo el tiempo que anduvieron por el desierto, igual que un padre cuida de sus hijos; y ahora los trajo hasta este lugar”.
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»Pero aun después de todo lo que él hizo, ustedes se negaron a confiar en el Señor
su Dios,
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quien va delante de ustedes buscando los mejores lugares para que acampen, y guiándolos, de noche con una columna de fuego y de día con una columna de nube.
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»Cuando el Señor
oyó que se quejaban, se enojó mucho y entonces juró solemnemente:
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“Ninguno de esta generación perversa vivirá para ver la buena tierra que juré dar a sus antepasados,
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excepto Caleb, el hijo de Jefone. Él verá la tierra porque siguió al Señor
en todo. Les daré a él y a sus descendientes parte de esa misma tierra que exploró durante su misión”.