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A las otras tres bestias les quitaron la autoridad, pero se les permitió seguir con vida un poco más.
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Mientras continuó mi visión esa noche, vi a alguien parecido a un hijo de hombre
descender con las nubes del cielo. Se acercó al Anciano y lo llevaron ante su presencia.
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Se le dio autoridad, honra y soberanía sobre todas las naciones del mundo, para que lo obedecieran los de toda raza, nación y lengua. Su gobierno es eterno, no tendrá fin. Su reino jamás será destruido.
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Explicación de la visión
Yo, Daniel, quedé muy angustiado por todo lo que había visto, y las visiones me aterrorizaron.
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Así que me acerqué a uno de los que estaban de pie junto al trono y le pregunté lo que significaba todo eso. Entonces me lo explicó así:
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«Estas cuatro bestias enormes representan a cuatro reinos que surgirán de la tierra;
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pero al final, el reino será entregado al pueblo santo del Altísimo y los santos gobernarán por siempre y para siempre».
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Entonces quise conocer el verdadero significado de la cuarta bestia, que era tan diferente a las demás y tan espantosa. Había devorado y aplastado a sus víctimas con dientes de hierro y garras de bronce y pisoteaba los restos bajo sus pies.
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También pregunté acerca de los diez cuernos que había en la cabeza de la cuarta bestia y por el cuerno pequeño que surgió después y destruyó a tres de los otros cuernos. Este cuerno parecía más grande que los demás y tenía ojos humanos y una boca que presumía con arrogancia.
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Mientras miraba, ese cuerno hacía guerra contra el pueblo santo de Dios y lo vencía,
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hasta que vino el Anciano —el Altísimo— y emitió un juicio en favor de su pueblo santo. Entonces llegó el tiempo para que los santos tomaran posesión del reino.