10
En ese momento, una mano me tocó y, aún temblando, me levantó y me puso sobre las manos y las rodillas.
11
Entonces el hombre me dijo: «Daniel, eres muy precioso para Dios, así que presta mucha atención a lo que tengo que decirte. Ponte de pie, porque me enviaron a ti». Cuando me dijo esto, me levanté, todavía temblando.
12
Entonces dijo: «No tengas miedo, Daniel. Desde el primer día que comenzaste a orar para recibir entendimiento y a humillarte delante de tu Dios, tu petición fue escuchada en el cielo. He venido en respuesta a tu oración;
13
pero durante veintiún días el espíritu príncipe
del reino de Persia me impidió el paso. Entonces vino a ayudarme Miguel, uno de los arcángeles,
y lo dejé allí con el espíritu príncipe del reino de Persia.
14
Ahora estoy aquí para explicar lo que le sucederá en el futuro a tu pueblo, porque esta visión se trata de un tiempo aún por venir».
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Mientras me hablaba, bajé la vista al suelo, sin poder decir una palabra.
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Entonces el que se parecía a un hombre
me tocó los labios y abrí la boca y comencé a hablar. Le dije al que estaba de pie frente a mí:
—Estoy muy angustiado a causa de la visión que tuve, mi señor, y me siento muy débil.
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¿Cómo podría alguien como yo, tu siervo, hablar contigo, mi señor? Mis fuerzas se han ido y apenas puedo respirar.
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Entonces el que se parecía a un hombre volvió a tocarme y sentí que recuperaba mis fuerzas.
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—No tengas miedo —dijo—, porque eres muy precioso para Dios. ¡Que tengas paz, ánimo y fuerza!
Mientras me decía estas palabras, de pronto me sentí más fuerte y le dije:
—Por favor, háblame, señor mío, porque me has fortalecido.
20
—¿Sabes por qué he venido? —respondió él—. Pronto debo regresar a luchar contra el espíritu príncipe del reino de Persia y después de eso vendrá el espíritu príncipe del reino de Grecia.