8
Se propuso Daniel en su corazón no contaminarse con los manjares del rey ni con el vino que él bebía, y pidió al jefe de los oficiales que le permitiera no contaminarse.
9
Dios concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de los oficiales,
10
y el jefe de los oficiales dijo a Daniel: Temo a mi señor el rey, porque él ha asignado vuestra comida y vuestra bebida; ¿por qué ha de ver vuestros rostros más macilentos que los de los demás jóvenes de vuestra edad? Así pondríais en peligro mi cabeza ante el rey.
11
Pero Daniel dijo al mayordomo a quien el jefe de los oficiales había nombrado sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías:
12
Te ruego que pongas a prueba a tus siervos por diez días, y que nos den legumbres para comer y agua para beber.
13
Que se compare después nuestra apariencia en tu presencia con la apariencia de los jóvenes que comen los manjares del rey, y haz con tus siervos según lo que veas.
14
Los escuchó, pues, en esto y los puso a prueba por diez días.
15
Al cabo de los diez días su aspecto parecía mejor y estaban más rollizos que todos los jóvenes que habían estado comiendo los manjares del rey.
16
Así que el mayordomo siguió suprimiendo los manjares y el vino que debían beber, y les daba legumbres.
17
A estos cuatro jóvenes Dios les dio conocimiento e inteligencia en toda clase de literatura y sabiduría; además Daniel entendía toda clase de visiones y sueños.
18
Al cabo de los días que el rey había fijado para que fueran presentados, el jefe de los oficiales los trajo ante Nabucodonosor.
19
El rey habló con ellos, y de entre todos ellos no se halló ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; entraron, pues, al servicio del rey.
20
Y en todo asunto de sabiduría y conocimiento que el rey les consultó, los encontró diez veces superiores a todos los magos y encantadores que había en todo su reino.
21
Daniel estuvo allí hasta el año primero del rey Ciro.