17
Él ya existía antes de todas las cosas
y mantiene unida toda la creación.
18
Cristo también es la cabeza de la iglesia,
la cual es su cuerpo.
Él es el principio,
es supremo sobre todos los que se levantan de los muertos.
Así que él es el primero en todo.
19
Pues a Dios, en toda su plenitud,
le agradó vivir en Cristo,
20
y por medio de él, Dios reconcilió consigo
todas las cosas.
Hizo la paz con todo lo que existe en el cielo y en la tierra,
por medio de la sangre de Cristo en la cruz.
21
Eso los incluye a ustedes, que antes estaban lejos de Dios. Eran sus enemigos, estaban separados de él por sus malos pensamientos y acciones;
22
pero ahora él los reconcilió consigo mediante la muerte de Cristo en su cuerpo físico. Como resultado, los ha trasladado a su propia presencia, y ahora ustedes son santos, libres de culpa y pueden presentarse delante de él sin ninguna falta.
23
Pero deben seguir creyendo esa verdad y mantenerse firmes en ella. No se alejen de la seguridad que recibieron cuando oyeron la Buena Noticia. Esa Buena Noticia ha sido predicada por todo el mundo, y yo, Pablo, fui designado servidor de Dios para proclamarla.
24
Trabajo de Pablo por la iglesia
Me alegro cuando sufro en carne propia por ustedes, porque así participo de los sufrimientos de Cristo, que continúan a favor de su cuerpo, que es la iglesia.
25
Dios me ha dado la responsabilidad de servir a su iglesia mediante la proclamación de todo su mensaje a ustedes.
26
Este mensaje se mantuvo en secreto durante siglos y generaciones, pero ahora se dio a conocer al pueblo de Dios.
27
Pues él quería que su pueblo supiera que las riquezas y la gloria de Cristo también son para ustedes, los gentiles.
Y el secreto es: Cristo vive en ustedes. Eso les da la seguridad de que participarán de su gloria.
28
Por lo tanto, hablamos a otros de Cristo, advertimos a todos y enseñamos a todos con toda la sabiduría que Dios nos ha dado. Queremos presentarlos a Dios perfectos
en su relación con Cristo.
29
Es por eso que trabajo y lucho con tanto empeño, apoyado en el gran poder de Cristo que actúa dentro de mí.