8
Yo dije: Subiré a la palma, me asiré de sus ramas. Y tus pechos serán ahora como racimos de vid, y el aliento de tu nariz como de manzanas
9
y tu paladar como el buen vino, que se entra a mi amado suavemente, y hace hablar los labios de los que duermen
10
Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento
11
Ven, oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas
12
Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si florecen las vides, si se abre el cierne, si han florecido los granados; allí te daré mis amores
13
Las mandrágoras han dado olor, y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas, nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado