7
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por las gamas y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor hasta que él quiera.
8
¡La voz de mi amado! He aquí él viene saltando sobre los montes, brincando sobre los collados.
9
Mi amado es semejante al gamo, o al cabrito de los ciervos. Helo aquí, está tras nuestra pared, mirando por las ventanas, mostrándose por las rejas.
10
Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh compañera mía, hermosa mía, y vente.
11
Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue;
12
se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción es venido, y en nuestra tierra se ha oído la voz de la tórtola;
13
la higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh compañera mía, hermosa mía, y vente.
14
Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de la escalera, muéstrame tu vista, hazme oír tu voz; porque tu voz es dulce, y tu vista hermosa.
15
Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; porque nuestras viñas están en cierne.
16
Mi amado es mío, y yo suya; el apacienta entre lirios.
17
Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, vuélvete, amado mío; sé semejante al gamo, o al cabrito de los ciervos, sobre los montes de Beter.