7
Hazme saber, ó tú á quien ama mi alma, Dónde repastas, dónde haces tener majada al medio día: Porque, ¿por qué había yo de estar como vagueando Tras los rebaños de tus compañeros?
8
Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, Sal, yéndote por las huellas del rebaño, Y apacienta tus cabritas junto á las cabañas de los pastores.
9
A yegua de los carros de Faraón Te he comparado, amiga mía.
10
Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, Tu cuello entre los collares.
11
Zarcillos de oro te haremos, Con clavos de plata.
12
Mientras que el rey estaba en su reclinatorio, Mi nardo dió su olor.
13
Mi amado es para mí un manojito de mirra, Que reposa entre mis pechos.
14
Racimo de copher en las viñas de Engadi Es para mí mi amado.
15
He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí que eres bella: tus ojos de paloma.
16
He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y suave: Nuestro lecho también florido.
17
Las vigas de nuestra casa son de cedro, Y de ciprés los artesonados.