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Cuando el dragón se dio cuenta de que había sido lanzado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón;
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pero a ella se le dieron dos alas como las de una gran águila para que pudiera volar al lugar que se había preparado para ella en el desierto. Allí sería cuidada y protegida lejos del dragón
durante un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo.
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Luego el dragón trató de ahogar a la mujer con un torrente de agua que salía de su boca;
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pero entonces la tierra ayudó a la mujer y abrió la boca y tragó el río que brotaba de la boca del dragón.
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Así que el dragón se enfureció contra la mujer y le declaró la guerra al resto de sus hijos, a todos los que obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen firmes en su testimonio de Jesús.
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Entonces el dragón se plantó
a la orilla junto al mar.