20
Así es, el día del Señor
será oscuro y sin remedio,
sin un rayo de alegría ni esperanza.
21
«Odio todos sus grandes alardes y pretensiones,
la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes.
22
No aceptaré sus ofrendas quemadas ni sus ofrendas de grano.
Ni siquiera prestaré atención a sus ofrendas selectas de paz.
23
¡Fuera de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza!
No escucharé la música de sus arpas.
24
En cambio, quiero ver una tremenda inundación de justicia
y un río inagotable de rectitud.
25
»Israel, ¿acaso era a mí a quien traías sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto?
26
No, servías a tus dioses paganos —Sicut, tu dios rey y Quiyún, tu dios estrella—, las imágenes que hiciste para ti mismo.
27
Por lo tanto, te mandaré al destierro, a un país al oriente de Damasco»,
dice el Señor
, cuyo nombre es el Dios de los Ejércitos Celestiales.