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David llevó a Jerusalén los escudos de oro de los oficiales de Hadad-ezer,
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junto con una gran cantidad de bronce de las ciudades de Teba
y Berotai que pertenecían a Hadad-ezer.
9
Cuando Toi, rey de Hamat, se enteró de que David había destruido a todo el ejército de Hadad-ezer,
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envió a su hijo Joram para felicitar al rey David por su exitosa campaña. Hadad-ezer y Toi habían sido enemigos y con frecuencia estaban en guerra. Joram le obsequió a David muchos regalos de plata, de oro y de bronce.
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El rey David dedicó todos estos regalos al Señor
, así como lo hizo con la plata y el oro de las demás naciones que había derrotado
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—de Edom,
de Moab, de Amón, de Filistea y de Amalec— y de Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba.
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A raíz de esto, David se volvió muy famoso. Después de su regreso, aniquiló a dieciocho mil edomitas
en el valle de la Sal.
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Puso guarniciones militares por todo Edom, y los edomitas se convirtieron en súbditos de David. Es más, el Señor
le daba la victoria a David dondequiera que iba.
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De modo que David reinó sobre todo Israel e hizo lo que era justo y correcto para su pueblo.
16
Joab, hijo de Sarvia, era el comandante del ejército; Josafat, hijo de Ahilud, era el historiador del reino.
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Sadoc, hijo de Ahitob, y Ahimelec, hijo de Abiatar, eran los sacerdotes; Seraías era el secretario de la corte.
18
Benaía, hijo de Joiada, era el capitán de la guardia personal del rey,
y los hijos de David servían como líderes sacerdotales.