13
Él es quien edificará una casa —un templo— para mi nombre, y afirmaré su trono real para siempre.
14
Yo seré su padre, y él será mi hijo. Si peca, lo corregiré y lo disciplinaré con vara, como lo haría cualquier padre.
15
Pero no le retiraré mi favor como lo retiré de Saúl, a quien quité de tu vista.
16
Tu casa y tu reino continuarán para siempre delante de mí,
y tu trono estará seguro para siempre”».
17
Entonces Natán regresó adonde estaba David y repitió todo lo que el Señor
le había dicho en la visión.
18
Oración de gratitud de David
Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor
y oró:
«¿Quién soy yo, oh Señor
Soberano, y qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí?
19
Y ahora, Señor
Soberano, sumado a todo lo demás, ¡hablas de darle a tu siervo una dinastía duradera! ¿Tratas a todos de esta manera, oh Señor
Soberano?
20
»¿Qué más puedo decirte? Tú sabes cómo es realmente tu siervo, Señor
Soberano.
21
Debido a tu promesa y según tu voluntad hiciste todas estas grandes cosas y las diste a conocer a tu siervo.
22
»¡Qué grande eres, oh Señor
Soberano! No hay nadie como tú. ¡Nunca hemos oído de otro Dios como tú!
23
¿Qué otra nación sobre la tierra es como tu pueblo Israel? ¿Qué otra nación, oh Dios, has redimido de la esclavitud para que sea tu pueblo? Te hiciste un gran nombre cuando redimiste a tu pueblo de Egipto. Realizaste imponentes milagros y expulsaste a las naciones y a los dioses que le impidieron el paso.