20
Entonces David fue a Baal-perazim y allí derrotó a los filisteos. «¡El Señor
lo hizo! —exclamó David—. ¡Él irrumpió en medio de mis enemigos como una violenta inundación!». Así que llamó a ese lugar Baal-perazim (que significa «el Señor que irrumpe»).
21
Los filisteos abandonaron allí sus ídolos, y David y sus hombres los confiscaron.
22
Pero poco tiempo después, los filisteos volvieron y de nuevo se desplegaron en el valle de Refaim.
23
De nuevo David le preguntó al Señor
qué debía hacer. «No los ataques de frente —le contestó el Señor
—. En cambio, rodéalos y, cerca de los álamos,
atácalos por la retaguardia.
24
Cuando oigas un sonido como de pies que marchan en las copas de los álamos, ¡mantente alerta! Esa será la señal de que el Señor
va delante de ti para herir de muerte al ejército filisteo».
25
Entonces David hizo lo que el Señor
le ordenó e hirió de muerte a los filisteos desde Gabaón
hasta Gezer.