17
Sí, mi señor el rey nos devolverá la tranquilidad de espíritu”. Sé que usted es como un ángel de Dios que puede distinguir entre lo bueno y lo malo. Que el Señor
su Dios esté con usted.
18
—Tengo que saber algo —le dijo el rey—, y dime la verdad.
—¿Sí, mi señor el rey? —respondió ella.
19
—¿Joab te incitó a hacer esto?
Y la mujer contestó:
—Mi señor el rey, ¿cómo podría negarlo? Nadie puede esconder nada de usted. Sí, Joab me envió y me dijo qué decir.
20
Lo hizo para que pueda ver el asunto con otros ojos. ¡Pero usted es tan sabio como un ángel de Dios, y comprende todo lo que sucede entre nosotros!
21
Entonces el rey mandó llamar a Joab y le dijo:
—Está bien, ve y trae de regreso al joven Absalón.
22
Joab se inclinó rostro en tierra con profundo respeto y dijo:
—Por fin sé que cuento con su favor, mi señor el rey, porque me ha concedido esta petición.
23
Enseguida Joab fue a Gesur y trajo a Absalón de regreso a Jerusalén.
24
Pero el rey dio esta orden: «Absalón puede ir a su propia casa, pero jamás vendrá a mi presencia». De manera que Absalón no vio al rey.
25
Absalón se reconcilia con David
Absalón era elogiado como el hombre más apuesto de todo Israel. De pies a cabeza era perfecto.
26
Se cortaba el cabello una vez al año, y lo hacía sólo porque era muy pesado. ¡El peso de su cabello era de más de dos kilos!
27
Tenía tres hijos y una hija. Su hija se llamaba Tamar, y era muy hermosa.