5
—Bien —dijo Jonadab—, te diré lo que tienes que hacer. Vuelve a la cama y finge que estás enfermo. Cuando tu padre venga a verte, pídele que le permita a Tamar venir y prepararte algo de comer. Dile que te hará sentir mejor si ella prepara los alimentos en tu presencia y te da de comer con sus propias manos.
6
Entonces Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Cuando el rey fue a verlo, Amnón le pidió: «Por favor, deja que mi hermana Tamar venga y me prepare mi comida preferida
mientras yo observo, así podré comer de sus manos».
7
Entonces David aceptó la propuesta y envió a Tamar a la casa de Amnón para que le preparara algo de comer.
8
Cuando Tamar llegó a la casa de Amnón, fue a donde él estaba acostado para que pudiera verla mientras preparaba la masa. Luego le horneó su comida preferida,
9
pero cuando ella le llevó la bandeja, Amnón se negó a comer y les dijo a sus sirvientes: «Salgan todos de aquí». Así que todos salieron.
10
Entonces él le dijo a Tamar:
—Ahora trae la comida a mi dormitorio y dame de comer aquí.
Tamar le llevó su comida preferida,
11
pero cuando ella comenzó a darle de comer, la agarró y le insistió:
—Ven, mi amada hermana, acuéstate conmigo.
12
—¡No, hermano mío! —imploró ella—. ¡No seas insensato! ¡No me hagas esto! En Israel no se hace semejante perversidad.
13
¿Adónde podría ir con mi vergüenza? Y a ti te dirán que eres uno de los necios más grandes de Israel. Por favor, sólo habla con el rey, y él te permitirá casarte conmigo.
14
Pero Amnón no quiso escucharla y, como era más fuerte que ella, la violó.
15
De pronto, el amor de Amnón se transformó en odio, y la llegó a odiar aún más de lo que la había amado.
—¡Vete de aquí! —le gruñó.