7
Cuando se dio vuelta y me vio, me gritó que me acercara a él. “¿Qué quiere que haga?”, le pregunté
8
y él me contestó: “¿Quién eres?”. Le respondí: “Soy un amalecita”.
9
Entonces me suplicó: “Ven aquí y sácame de mi sufrimiento, porque el dolor es terrible y quiero morir”.
10
»De modo que lo maté —dijo el amalecita a David—, porque me di cuenta de que no iba a vivir. Luego tomé su corona y su brazalete y se los he traído a usted, mi señor.
11
Al escuchar las noticias, David y sus hombres rasgaron sus ropas en señal de dolor.
12
Hicieron duelo, lloraron y ayunaron todo el día por Saúl y su hijo Jonatán, también por el ejército del Señor
y por la nación de Israel, porque ese día habían muerto a espada.
13
Luego David le dijo al joven que trajo la noticia:
—¿De dónde eres?
—Soy un extranjero —contestó—, un amalecita que vive en su tierra.
14
—¿Y cómo no tuviste temor de matar al ungido del Señor
? —le preguntó David.
15
Entonces le ordenó a uno de sus hombres:
—¡Mátalo!
Enseguida el hombre le clavó su espada al amalecita y lo mató, y David dijo:
16
—Te condenaste a ti mismo al confesar que mataste al ungido del Señor
.
17
Canto de David por Saúl y Jonatán
David compuso un canto fúnebre por Saúl y Jonatán,