13
Ezequías recibió a los enviados de Babilonia y les mostró todo lo que había en sus casas del tesoro: la plata, el oro, las especias y los aceites aromáticos. También los llevó a conocer su arsenal, ¡y les mostró todo lo que había en sus tesoros reales! No hubo nada, ni en el palacio ni en el reino, que Ezequías no les mostrara.
14
Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó:
—¿Qué querían esos hombres? ¿De dónde vinieron?
Ezequías contestó:
—Vinieron de la lejana tierra de Babilonia.
15
—¿Qué vieron en tu palacio? —preguntó Isaías.
—Lo vieron todo —contestó Ezequías—. Les mostré todo lo que poseo, todos mis tesoros reales.
16
Entonces Isaías dijo a Ezequías:
—Escucha este mensaje del Señor
:
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“Se acerca el tiempo cuando todo lo que hay en tu palacio —todos los tesoros que tus antepasados han acumulado hasta ahora— será llevado a Babilonia. No quedará nada —dice el Señor
—.
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Algunos de tus hijos serán llevados al destierro. Los harán eunucos que servirán en el palacio del rey de Babilonia”.
19
Entonces Ezequías dijo a Isaías:
—Este mensaje que me has dado de parte del Señor
es bueno.
Pues el rey pensaba: «Por lo menos habrá paz y seguridad mientras yo viva».
20
Los demás acontecimientos del reinado de Ezequías —entre ellos el alcance de su poder y cómo construyó un estanque y cavó un túnel
para llevar agua a la ciudad— están registrados en
21
Ezequías murió, y su hijo Manasés lo sucedió en el trono.