13
Apúrense para que lo puedan encontrar antes de que suba a comer. Los invitados no comenzarán a comer hasta que él llegue para bendecir los alimentos.
14
De modo que llegaron a la ciudad y, mientras entraban por las puertas, Samuel iba saliendo hacia ellos para subir al lugar de adoración.
15
Ahora bien, el Señor
le había dicho a Samuel el día anterior:
16
«Mañana a esta hora te enviaré a un hombre de la tierra de Benjamín. Úngelo para que sea el líder de mi pueblo, Israel. Él lo librará de los filisteos, porque desde lo alto he mirado a mi pueblo con misericordia y he oído su clamor».
17
Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor
le dijo: «¡Ese es el hombre del que te hablé! Él gobernará a mi pueblo».
18
Justo en ese momento, Saúl se acercó a Samuel a las puertas de la ciudad y le preguntó:
—¿Podría decirme, por favor, dónde está la casa del vidente?
19
—¡Yo soy el vidente! —contestó Samuel—. Sube al lugar de adoración delante de mí. Allí comeremos juntos; en la mañana te diré lo que quieres saber y te enviaré de regreso.
20
Y no te preocupes por esos burros que se perdieron hace tres días, porque ya los encontraron. Además, estoy aquí para decirte que tú y tu familia son el centro de todas las esperanzas de Israel.
21
Saúl respondió:
—¡Pero solo soy de la tribu de Benjamín, la más pequeña de Israel, y mi familia es la menos importante de todas las familias de la tribu! ¿Por qué me habla usted de esa manera?
22
Luego Samuel llevó a Saúl y a su siervo al comedor y los sentó en la cabecera de la mesa, y así los honró más que a los treinta invitados especiales.
23
Después Samuel dio instrucciones al cocinero para que le sirviera a Saúl el mejor corte de carne, la porción que había sido reservada para el invitado de honor.