16
Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, habiéndose apartado de ti el SEÑOR, y es tu enemigo?
17
El SEÑOR, pues, ¡ha hecho como habló por mí mano! Pues ha cortado el SEÑOR el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero David.
18
Como tú no escuchaste la voz del SEÑOR, ni cumpliste el furor de su ira sobre Amalec, por eso el SEÑOR te ha hecho esto hoy.
19
Y el SEÑOR entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana seréis conmigo, tú y tus hijos; y aun el campamento de Israel entregará el SEÑOR en manos de los filisteos.
20
En aquel punto cayó Saúl en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; que no quedó en él esfuerzo ninguno, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan.
21
Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndole en gran manera turbado, le dijo: He aquí que tu criada ha escuchado tu voz, y he puesto mi alma en mi mano, y he oído las palabras que tú me has dicho.
22
Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan que comas, para que te esfuerces, y vayas tu camino.
23
Y él lo rehusó, diciendo: No comeré. Mas sus criados juntamente con la mujer le constriñeron, y él les escuchó. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama.
24
Y aquella mujer tenía en su casa un ternero grueso, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura.
25
Y lo trajo delante de Saúl y de sus criados; y luego que hubieron comido, se levantaron, y partieron aquella noche.