19
y les dijo a sus siervos: «Vayan adelante y dentro de poco los seguiré». Pero no le dijo a su esposo Nabal lo que estaba haciendo.
20
Así que, montada en un burro, Abigail entraba a un barranco de la montaña cuando vio a David y a sus hombres acercándose a ella.
21
En ese momento, David decía: «¡De nada sirvió ayudar a este tipo! Protegimos sus rebaños en el desierto y ninguna de sus posesiones se perdió o fue robada. Pero él me devolvió mal por bien.
22
¡Que Dios me castigue y me mate
si tan solo un hombre de su casa queda con vida mañana por la mañana!».
23
Abigail intercede por Nabal
Cuando Abigail vio a David, enseguida bajó de su burro y se inclinó ante él hasta el suelo.
24
Cayó a sus pies y le dijo:
—Toda la culpa es mía en este asunto, mi señor. Por favor, escuche lo que tengo que decir.
25
Sé que Nabal es un hombre perverso y de mal genio; por favor, no le haga caso. Es un necio, como significa su nombre.
Pero yo ni siquiera vi a los hombres que usted envió.
26
»Ahora, mi señor, tan cierto como que el Señor
vive y que usted vive, ya que el Señor
impidió que usted matara y tomara venganza por su propia mano, que todos sus enemigos y los que intenten hacerle daño sean tan malditos como lo es Nabal.
27
Aquí tengo un regalo que yo, su sierva, le he traído a usted y a sus hombres.
28
Le ruego que me perdone si lo he ofendido en alguna manera. El Señor
seguramente lo recompensará con una dinastía duradera, porque pelea las batallas del Señor
y no ha hecho mal en toda su vida.
29
»Aun cuando lo persigan aquellos que buscan su muerte, su vida estará a salvo al cuidado del Señor
su Dios, ¡segura en su bolsa de tesoros! ¡Pero la vida de sus enemigos desaparecerá como piedras lanzadas por una honda!