9
Pero cierto día, cuando Saúl estaba sentado en su casa con una lanza en la mano, de repente el espíritu atormentador
de parte del Señor
vino sobre él como antes. Mientras David tocaba el arpa,
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Saúl le arrojó su lanza, pero David la esquivó y, dejando la lanza clavada en la pared, huyó y escapó en medio de la noche.
11
Mical salva la vida de David
Entonces Saúl mandó tropas para que vigilaran la casa de David. Se les dio la orden de que mataran a David cuando saliera a la mañana siguiente, pero Mical, la esposa de David, le advirtió: «Si no te escapas esta noche, te matarán por la mañana».
12
Así que ella lo ayudó a salir por una ventana, y él huyó y escapó.
13
Luego ella tomó un ídolo
y lo puso en la cama de su esposo, lo cubrió con mantas y puso un cojín de pelo de cabra sobre la cabeza.
14
Cuando las tropas llegaron para arrestar a David, ella les dijo que estaba enfermo y que no podía levantarse de la cama.
15
Pero Saúl envió a las tropas de nuevo para prender a David y les ordenó: «¡Tráiganmelo con cama y todo para que lo mate!».
16
Pero cuando llegaron para llevarse a David, descubrieron que lo que estaba en la cama era solo un ídolo con un cojín de pelo de cabra en la cabeza.
17
—¿Por qué me traicionaste así y dejaste escapar a mi enemigo? —le reprochó Saúl a Mical.
—Tuve que hacerlo —contestó ella—. Me amenazó con matarme si no lo ayudaba.
18
Así que David escapó y fue a Ramá para ver a Samuel, y le contó todo lo que Saúl le había hecho. Entonces Samuel llevó a David a vivir con él en Naiot.
19
Cuando Saúl se enteró de que David estaba en Naiot de Ramá,