8
Entonces Saúl se enfureció, pues este dicho le desagradó, y dijo: Han atribuido a David diez miles, pero a mí me han atribuido miles. ¿Y qué más le falta sino el reino?
9
De aquel día en adelante Saúl miró a David con recelo.
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Y aconteció al día siguiente que un espíritu malo de parte de Dios se apoderó de Saúl, y éste deliraba en medio de la casa, mientras David tocaba el arpa con su mano como de costumbre. Saúl tenía la lanza en la mano,
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y arrojó Saúl la lanza, pues se dijo: Clavaré a David en la pared. Pero David lo evadió dos veces.
12
Mas Saúl temía a David, porque el SEÑOR estaba con él y se había apartado de Saúl.
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Por tanto, Saúl lo alejó de su presencia nombrándolo jefe de mil hombres; y salía y entraba al frente de la tropa.
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Y David prosperaba en todos sus caminos, pues el SEÑOR estaba con él.
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Cuando Saúl vio que él prosperaba mucho, le tuvo terror.
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Pero todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos.
17
Entonces Saúl dijo a David: He aquí, Merab, mi hija mayor; te la daré por mujer, con tal que me seas hombre valiente y pelees las batallas del SEÑOR. Porque Saúl se decía: No será mi mano contra él, sino sea contra él la mano de los filisteos.
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Pero David respondió a Saúl: ¿Quién soy yo, o qué es mi vida, o quién es la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?