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Pero todos en Israel y en Judá amaban a David porque tenía tanto éxito al dirigir a sus tropas en batalla.
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David se casa con la hija de Saúl
Cierto día, Saúl le dijo a David:
—Estoy listo para darte a mi hija mayor, Merab, por esposa. Pero antes deberás demostrar que eres un guerrero de verdad al pelear las batallas del Señor
.
Pues Saúl pensó: «Voy a enviar a David contra los filisteos y dejar que ellos lo maten, en vez de hacerlo yo mismo».
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—¿Quién soy yo, y quién es mi familia en Israel para que yo sea el yerno del rey? —exclamó David—. ¡La familia de mi padre no es nadie!
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Así que,
cuando llegó el momento para que Saúl le diera su hija Merab en matrimonio a David, Saúl se la dio a Adriel, un hombre de Mehola.
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Mientras tanto, Mical, otra hija de Saúl, se había enamorado de David, y cuando Saúl se enteró se puso contento.
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«¡Me da otra oportunidad para que los filisteos lo maten!», se dijo Saúl a sí mismo; pero a David le dijo:
—Hoy tienes una segunda oportunidad para llegar a ser mi yerno.
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Después Saúl instruyó a sus siervos para que le dijeran a David: «El rey te aprecia mucho, al igual que nosotros. ¿Por qué no aceptas lo que el rey te ofrece y te conviertes en su yerno?».
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Cuando los hombres de Saúl le dijeron estas cosas a David, él respondió: «¿Cómo puede un hombre pobre y de familia humilde reunir la dote por la hija de un rey?».
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Cuando los hombres de Saúl le informaron al rey,
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él les dijo: «Díganle a David que lo único que quiero por dote son los prepucios de cien filisteos. Vengarme de mis enemigos es todo lo que realmente quiero». Pero lo que Saúl tenía en mente era que mataran a David en la pelea.
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David estuvo encantado de aceptar la oferta. Antes de que se cumpliera la fecha límite,