10
Al día siguiente, un espíritu atormentador
de parte de Dios abrumó a Saúl, y comenzó a desvariar como un loco en su casa. David tocaba el arpa, tal como lo hacía cada día. Pero Saúl tenía una lanza en la mano,
11
y de repente se la arrojó a David, tratando de clavarlo en la pared, pero David lo esquivó dos veces.
12
Después Saúl tenía miedo de David porque el Señor
estaba con David pero se había apartado de él.
13
Finalmente lo echó de su presencia y lo nombró comandante sobre mil hombres, y David dirigía fielmente a las tropas en batalla.
14
David siguió teniendo éxito en todo lo que hacía porque el Señor
estaba con él.
15
Cuando Saúl reconoció esto, le tuvo aún más miedo.
16
Pero todos en Israel y en Judá amaban a David porque tenía tanto éxito al dirigir a sus tropas en batalla.
17
David se casa con la hija de Saúl
Cierto día, Saúl le dijo a David:
—Estoy listo para darte a mi hija mayor, Merab, por esposa. Pero antes deberás demostrar que eres un guerrero de verdad al pelear las batallas del Señor
.
Pues Saúl pensó: «Voy a enviar a David contra los filisteos y dejar que ellos lo maten, en vez de hacerlo yo mismo».
18
—¿Quién soy yo, y quién es mi familia en Israel para que yo sea el yerno del rey? —exclamó David—. ¡La familia de mi padre no es nadie!
19
Así que,
cuando llegó el momento para que Saúl le diera su hija Merab en matrimonio a David, Saúl se la dio a Adriel, un hombre de Mehola.
20
Mientras tanto, Mical, otra hija de Saúl, se había enamorado de David, y cuando Saúl se enteró se puso contento.