37
¡El mismo Señor
que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo!
Así que Saúl por fin accedió:
—Está bien, adelante. ¡Y que el Señor
esté contigo!
38
Después Saúl le dio a David su propia armadura: un casco de bronce y una cota de malla.
39
David se los puso, se ciñó la espada y probó dar unos pasos porque nunca antes se había vestido con algo semejante.
—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—. No estoy acostumbrado a usarlo.
Así que David se lo quitó.
40
Tomó cinco piedras lisas de un arroyo y las metió en su bolsa de pastor. Luego, armado únicamente con su vara de pastor y su honda, comenzó a cruzar el valle para luchar contra el filisteo.
41
Goliat caminaba hacia David con su escudero delante de él,
42
mirando con desdén al muchacho de mejillas sonrosadas.
43
—¿Soy acaso un perro —le rugió a David— para que vengas contra mí con un palo?
Y maldijo a David en nombre de sus dioses.
44
—¡Ven aquí, y les daré tu carne a las aves y a los animales salvajes! —gritó Goliat.
45
David le respondió al filisteo:
—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en nombre del Señor
de los Ejércitos Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado.
46
Hoy el Señor
te conquistará, y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Y luego daré los cadáveres de tus hombres a las aves y a los animales salvajes, ¡y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel!
47
Todos los que están aquí reunidos sabrán que el Señor
rescata a su pueblo, pero no con espada ni con lanza. ¡Esta es la batalla del Señor
, y los entregará a ustedes en nuestras manos!