34
Pero David insistió:
—He estado cuidando las ovejas y las cabras de mi padre. Cuando un león o un oso viene para robar un cordero del rebaño,
35
yo lo persigo con un palo y rescato el cordero de su boca. Si el animal me ataca, lo tomo de la quijada y lo golpeo hasta matarlo.
36
Lo he hecho con leones y con osos, y lo haré también con este filisteo pagano, ¡porque ha desafiado a los ejércitos del Dios viviente!
37
¡El mismo Señor
que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo!
Así que Saúl por fin accedió:
—Está bien, adelante. ¡Y que el Señor
esté contigo!
38
Después Saúl le dio a David su propia armadura: un casco de bronce y una cota de malla.
39
David se los puso, se ciñó la espada y probó dar unos pasos porque nunca antes se había vestido con algo semejante.
—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—. No estoy acostumbrado a usarlo.
Así que David se lo quitó.
40
Tomó cinco piedras lisas de un arroyo y las metió en su bolsa de pastor. Luego, armado únicamente con su vara de pastor y su honda, comenzó a cruzar el valle para luchar contra el filisteo.
41
Goliat caminaba hacia David con su escudero delante de él,
42
mirando con desdén al muchacho de mejillas sonrosadas.
43
—¿Soy acaso un perro —le rugió a David— para que vengas contra mí con un palo?
Y maldijo a David en nombre de sus dioses.
44
—¡Ven aquí, y les daré tu carne a las aves y a los animales salvajes! —gritó Goliat.